Capilla del Santo Sepulcro
Holy Sepulchre Chapel
Holy Sepulchre Chapel
La capilla auxiliar donde se custodia el Santo Sepulcro constituye un espacio de profunda significación devocional y patrimonial dentro del conjunto religioso. Su cubierta presenta un atezonado en madera, finamente trabajado y enriquecido con apliques en laminilla de oro con policromía verde y rojo, recurso ornamental que aporta una atmósfera de solemnidad y riqueza visual, en sintonía con la función sacra del recinto.
La luz que penetra a través del vitral donado por el coronel Ayerbe en el siglo XX añade un efecto cromático y espiritual, reforzando el ambiente contemplativo. Este mismo benefactor obsequió el Cristo Yacente que reposa sobre el sepulcro, imagen procesional elaborada por el español José Lamiel que sustituyó al original, hoy conservado en el retablo del Calvario.
El sepulcro del Santo Cristo Yacente constituye una de las piezas más suntuosas y singulares del patrimonio religioso local. Se trata de una urna funeraria procesional de gran formato, realizada en madera ensamblada y finamente enchapada en carey, plata y marfil, materiales que aportan un efecto de riqueza cromática y un marcado contraste visual entre los tonos oscuros y claros de los materiales.
La estructura presenta una caja de perfil abombado, con cuerpo central rectangular dispuesto sobre una base escalonada. El faldón del cuerpo principal está decorado con piezas geométricas enmarcadas en filetes de plata, alternadas con aplicaciones vegetales estilizadas y roleos que se distribuyen de manera rítmica. La técnica de incrustación muestra la destreza de talleres especializados, probablemente vinculados con la tradición sevillana del siglo XVIII, acorde con la tradición oral que atribuye el encargo a dicha ciudad por intermedio de doña Asunción Tenorio y Carvajal.
En la parte superior se dispone una especie de baldaquino, conformado por una balaustrada de pequeñas columnas salomónicas torneadas que delimitan el espacio donde descansa la imagen del Cristo Yacente. El juego helicoidal de estas columnas, recubiertas igualmente con apliques de carey y marfil, refuerza la dinámica barroca de la pieza.
En su interior se custodia un fragmento de loza procedente del verdadero Sepulcro de Cristo en Jerusalén, reliquia de primer grado, de incalculable valor espiritual y simbólico. Este fragmento fue traído en 1950 por un peregrino que, junto a Monseñor Diego María Gómez Tamayo, Monseñor Gustavo Vallecilla y un grupo de sacerdotes visitaron la Capilla del Ángel en la Basílica del Santo Sepulcro.
The auxiliary chapel where the Holy Sepulcher is kept constitutes a space of profound devotional and patrimonial significance within the religious complex. Its ceiling features a finely crafted wooden coffer, enriched with gold-leaf appliqués and green and red polychromy—an ornamental resource that lends an atmosphere of solemnity and visual richness, in harmony with the sacred function of the space.
The light filtering through the stained glass window donated by Colonel Ayerbe in the 20th century adds a chromatic and spiritual effect, enhancing the contemplative ambiance. This same benefactor also donated the Recumbent Christ that rests upon the sepulcher, a processional image crafted by the Spanish sculptor José Lamiel, which replaced the original, now preserved in the Calvary altarpiece.
The sepulcher of the Recumbent Christ is one of the most sumptuous and unique pieces of local religious heritage. It is a large-scale processional funerary urn, made of assembled wood and finely veneered with tortoiseshell, silver, and ivory—materials that provide chromatic richness and a striking visual contrast between their dark and light tones.
The structure presents a convex-profile case, with a central rectangular body set upon a stepped base. The apron of the main body is decorated with geometric panels framed in silver fillets, alternating with stylized vegetal applications and scrolls distributed rhythmically. The inlay technique demonstrates the skill of specialized workshops, probably linked to the Sevillian tradition of the 18th century, in accordance with oral tradition that attributes its commission to that city through Doña Asunción Tenorio y Carvajal.
On the upper part, there is a kind of miniature baldachin, formed by a balustrade of small turned Solomonic columns that define the space where the Recumbent Christ rests. The helical design of these columns, likewise adorned with tortoiseshell and ivory appliqués, reinforces the Baroque dynamism of the piece.
Inside the urn is preserved a fragment of tile from the True Sepulcher of Christ in Jerusalem, a first-class relic of incalculable spiritual and symbolic value. This fragment was brought in 1950 by a pilgrim who, together with Monsignor Diego María Gómez Tamayo, Monsignor Gustavo Vallecilla, and a group of priests, visited the Chapel of the Angel in the Basilica of the Holy Sepulcher.